- Parte 1 - Hojas de Fotografía
La Fotografía es una manifestación moderna
Todos percibimos el arte en atención a cánones y reglas conforme a un particular sentido de la estética que nos gobierna. El sentido de la estética no es igual en todos ni obedece a criterios objetivos. Precisamente lo difícil del concepto de belleza tal vez obedezca a esa subjetividad, y al eterno cambio que a la vez existe y que no existe. Si desean ahondar en torno a esta idea inicial que da para discusión infinita, bien vale la pena leer el corto pero esclarecedor ensayo de T.S. Elliot que lleva por nombre «La tradición y el talento individual.»
La Fotografía es una manifestación moderna, y como todo lo nuevo sujeta a resistencia. Apenas tiene poco más de cien años. Y nació y se fue desarrollando cercada de mitos y reglas que a la larga han ido desapareciendo. Afortunadamente, ya estamos en una nueva era. Sin embargo, para comprender íntegramente la Fotografía, y muy en especial la Fotografía actual, es necesario deslastrarse de ciertos dogmas que aun continúan girando en la cabeza de muchos de nosotros. Mencionaremos los principales.

Aun se cree que la fotografía intervenida resulta inferior a la fotografía convencional (no intervenida). Falso. Prácticamente toda fotografía tiene un nivel de intervención, por pequeño que sea. Incluso, en sus inicios, muchas fotografías fueron altamente intervenidas, al punto de llegar a ser coloreadas manualmente. Un ejemplo de una extraordinaria fotografía de elaboración compleja y elevada sofisticación lo constituye “The Two Ways of Life” (1857) del fotógrafo sueco Oscar Rejlander (1813-1875), quien requirió de seis semanas (sin contar el tiempo de concepción), luego de hacer múltiples tomas y emplear treinta negativos. La misma fue expuesta ese mismo año en el Art Treasures Exhibition de Manchester, considerándose de inmediato como “una fotografía magnífica, sin duda alguna la más fina fotografía de su tipo jamás realizada”, y adquirida en el acto por la Reina Victoria.

Más sorprendente resulta que, siglo y medio después, David Lachapelle (1963- ) emplea dos años para elaborar una fotografía igualmente panorámica (“Deluge”, 2006), en la cual también ensambla varias tomas, resultando de similitud asombrosa tanto en el concepto, como en la composición como en el tema subyacente con la fotografía de Rejlander.
Luego, cuando se perfeccionan la cámara fotográfica y el proceso de impresión, comienza a aparecer el dogma de la no intervención fotográfica. En el fondo, se hacía alusión a la mínima intervención. Y no es de dejar pasar que en toda la historia de la Fotografía nunca han faltado los fotógrafos que llevaran la intervención al máximo, como el caso de Man Ray (1890-1976) que llegó a generar imágenes utilizando el proceso fotográfico, pero sin utilizar cámara fotográfica alguna: los así llamados rayogramas. O Ansel Adams (1902-1984) (quien inmortaliza al Yosemite Park) que pasaba horas y días en el cuarto oscuro en búsqueda de la imagen deseada.

Hasta la aparición de la fotografía digital la posibilidad de intervención (dado lo costoso de la misma) estaba limitada al número muy reducido de personas que tenían acceso al proceso de revelado e impresión fotográfica (entiéndase cuarto oscuro con toda su parafernalia: ampliadoras, químicos, bandejas, relojes, pinzas, etc). Los aficionados sin recursos tenían que contentarse con lo que le entregaran los laboratorios fotográficos. El advenimiento del digital y el manejo por computadora de la imagen (principalmente con el genial y todopoderoso Photoshop) hicieron que el proceso de intervención fotográfica se democratizara. Democratización que alcanza niveles nunca imaginados cuando las cámaras digitales aumentan en calidad y disminuyen en precio. Hoy día, prácticamente toda persona que tenga un celular es un potencial fotógrafo. La fotografía, de ser un acontecimiento especial, se ha convertido en un hecho cotidiano de la vida de todos nosotros.

Aun se cree que la fotografía posada o construida es inferior a la fotografía espontánea. Falso. La fotografía, en sus inicios, no fue espontánea. Y no podía serlo porque las cámaras fotográficas eran grandes y pesadas, y los tiempos de exposición eran muy largos. La fotografía nace principalmente paisajística, sin olvidar que el daguerrotipo (y otras técnicas primitivas) se utilizaron con frecuencia para el retrato. Luego, al reducirse los tiempos de exposición, se perfecciona el tan ansiado retrato que el ciudadano común aspiraba tener para quedar inmortalizado con gran fidelidad y a bajo costo. Y ya, al acortarse los tiempos de exposición y achicarse el tamaño de la cámara, aparece la fotografía al vuelo. Fotografía al vuelo que consagra Cartier-Bresson (1908-2004) con su todavía mal comprendido “instante decisivo”.

Y, dicho sea de paso, en su primera exposición en Nueva York, la fotografía de Cartier-Bresson es seriamente criticada, precisamente porque se consideró un tanto banal, poco meditada, poco preparada, como de quien compone las imágenes sin prestar mayor atención. Ya hoy este dogma también está en el suelo: tanto puede valer una fotografía al vuelo como la fotografía más elaborada que se pueda realizar.
Aun se cree que la fotografía recortada tiene menor valor que la que reproduce la toma en su integridad. Falso. Hubo grandes fotógrafos que así lo pensaron y así procedieron. Y habrá los que hoy en día piensan y proceden igual. Pero no hay argumento valedero en contra de recortar una fotografía. Ni siquiera hoy cuando las cámaras fotográficas permiten visualizar la totalidad (o casi totalidad) de la imagen que se va a tomar. Cosa que no sucedía hasta hace pocos años, y menos aún hace unas décadas, cuando el fotógrafo no tenía manera de visualizar con precisión el lindero de lo que quedaba dentro de la imagen capturada y qué no. El “Guerrillero Heroico” de Alberto Korda (1908-2001) es considerada la fotografía más famosa y reproducida de todos los tiempos.

La misma la tomó Korda en 1960 en el funeral de las víctimas de la explosión del vapor francés La Coubre y es precisamente una fotografía recortada. Y no fue poco el recorte: del lado izquierdo eliminó una figura humana parcial y del lado derecho eliminó lo que parece ser parte de una pequeña palmera, para concentrarse en el rostro del Che. El recorte hizo que de fotografía horizontal pasara a ser vertical. Otra célebre fotografía recortada es “Winter, Fifth Avenue” (1893) de Stieglitz (1864-1946), tomada siete décadas antes de la de Korda.

Autor:
Mauricio Rodríguez